"la felicidad no siempre es lo que nos enseñan"

“Andar y andar, seguir y perderme... hasta resolver los entresijos del futuro que se avecina precario, con nuevas ataduras y, sin embargo, por haberlo elegido, absolutamente mío, a pesar de los inevitables duelos y los escabrosos desiertos que se agazapan detrás de la tan ansiada libertad…”

Madrid-Buenos Aires-Madrid: esos fueron los tres grandes saltos que pegó en su vida. Cambios drásticos que la convirtieron en lo que hoy es: una mujer valiente, optimista, extrovertida y alegre, con mil y un proyectos en su cabeza. En primer lugar, mi acerbo cultural, el que me ayudó a moverme por la vida. Luego, mi filosofía personal y una libertad de decir lo que pensaba y hacer lo que sentía que no encontré cuando llegué. También traje la curiosidad, esa facilidad de preguntar. Frente a eso he notado aquí en España una cierta reserva, un miedo a preguntar que en Argentina no existe. En cuanto a ciertas cosas negativas, por decirlo de alguna manera, pienso que estaba muy habituada a perder el tiempo. Allí me pasaba el tiempo hablando y nunca concretaba nada, y cuando llegué aquí me di cuenta de que lo que cuentan son los hechos.Bueno, sinceramente me percaté de lo que planteaba en el libro cuando empecé a recibir los comentarios de mis lectores. Quiero decir que no fue algo premeditado, que el debate que se planteó me pilló por sorpresa. La verdad es que yo escribí la novela porque sentía profundos deseos de hacerlo, me apasionaba el hecho de poder jugar con los personajes, de darles vida y moverlos de una determinada manera. Cuando me venían a preguntar por qué había elegido semejantes personajes, por qué la tensión entre ellos era tan fuerte, yo respondía que simplemente establecí un juego literario. Ahora bien, en la novela planteo que aún la mujer no ha alcanzado la igualdad y, no sólo ha aumentado su trabajo, sino que para los estamentos? sociales todavía carece de derechos que sí tiene el hombre. Por ejemplo, el hecho de que un hombre se vaya de casa es tomado como algo bastante normal, en cambio si lo hace la mujer no es aceptado de la misma manera. Aquí (en la historia del libro), las mujeres se despojan poco a poco, pero no sin culpa, de atavismos transmitidos por la sociedad durante mucho tiempo. Y entonces hacen cosas que harían los hombres pero van más lejos. Lo que toman estas mujeres es lo que ellas creen que es la libertad, y eligen caminos que ellas creen que las conduce a la felicidad.

Creo que la igualdad del hombre y la mujer depende de la idea que cada uno tenga de la libertad, la felicidad, y de las necesidades de cada uno en determinados momentos. Lo que yo digo a través de mis personajes es eso: que la felicidad y la libertad no siempre son lo que nos enseñan o lo que nosotros creemos que es. Eso es algo que tenemos que ir descubriendo permanentemente. En este sentido pienso que sólo concibimos la libertad dentro de los parámetros éticos. Los personajes de mi novela no entran dentro de esas normas morales. Ellas asumen el derecho a vivir todas las circunstancias y situaciones que quieren vivir, aunque se equivoquen una y mil veces. Y el derecho a equivocarse es eso: hacer lo que ellas sientan que deben hacer sin sentirse culpables por lo que pueda pasar después. Y eso es lo que reivindico: que las mujeres se sientan libres de hacer lo que realmente desean, que puede coincidir, o no, con lo que hacen los hombres. Nada más que eso.

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