Serenidad. Profunda inquietud añorando lo recientemente perdido. Y lo simultáneamente ganado. Te fuiste pero seguís ahí inspirándome sentimientos imposibles de ignorar. Nueva vida cargada de sueños, infinidad de proyectos, el mundo en mis manos. El pasado rico en experiencias y sensaciones me acompaña imborrable. Preguntas con respuestas que pronto llegarán, certezas reconfirmadas a cada instante. La vida es esa cosa que siento inmensa, cautivante, sorprendente. Ese despertar desconcertante, no recuerdo qué pasó ayer pero tengo la impronta de los hechos marcados en algún lugar de mi, no sabría muy bien cómo llamarlo, pero esta ahí, profundo en el medio de mi ser. Es un algo que me mantiene en vilo, expectante. Estoy inquieta. El sabor amargo del adiós que se mezcla sin pudor con el maravilloso despertar a todo lo que mis ojos sean capaces de desear, lo que mis manos quieran alcanzar o que mi paladar tenga ganas de saborear. El dolor se funde con la tranquilidad de saberme en el camino correcto. Parece como si estuvieras dentro de mí y no pudieras irte. Me acompañas en cada momento. Mi lágrimas asoman desde un adentro infinito, no puedo precisar el sitio, pero sé que vienen de un sitio desde donde nunca habían venido. Son lágrimas nuevas, que no conocía anteriormente. Son lágrimas de pena, de una tristeza sin remedio, conscientes de su ser, dramáticamente aceptadas y toleradas. Resignación. Honda aceptación de su destino. Son el precio que tuve que pagar por alcanzar esta, mi serenidad. Qué quiero, a donde voy, quien me espera, quien acariciará mi pelo, quien sostendrá mi cabeza entre sus manos, quien acariciará mis pies fríos, quien será el guardián de mi espalda en sueños. ¿Habrá un alguien? Pregunta que en algún momento se encontrará con su respuesta. El camino se ha partido. No se puede ir más allá. Sólo me queda el aquí. Y los sueños que acompañan mis pasos. Serenidad, nuevamente esa tan anhelada compañera de viaje recuperada tras mucho tiempo olvidada. Estás aquí, ahora, para mí. No me dejes, sigue un poquito más, no permitas que me quiebre, que olvide, que retroceda. Acompáñame en mi andar seguro, inquebrantable, claramente dirigido hacia adelante. Mi destino está marcado, sabe hacia donde me lleva. Lo presiento. Aunque por momentos me pierda en el laberinto cotidiano del vivir. Años. Tiempo transcurrido tenazmente masticado. He moldeado el futuro con mis manos infinitas. Esperando el momento. Aguardando las directrices de lo inevitable. Lo sabía como quien sabe que algún día ha de morir. Igualmente no he podido evitar el llanto. No he podido evitar el sentimiento atroz del abandono. Ni el mirarte profundamente adivinando esa parte oscura que me aparecía velada en cada momento. Otra vez la serenidad. Por fin pude alcanzarte.

Comentarios

JM ha dicho que…
Es el momento de crecer otro poco. De dar un estirón, como los adolescentes. Y duele, claro que duele. En ese momento te duelen el cuerpo, los huesos y las articulaciones. Sufres creciendo. Pero el resultado es maravilloso: ver todo desde otra perspectiva.
Y ahora, igualmente, también duele, duele el alma, también se sufre, ¡vaya si se sufre!. Pero al final también vale la pena: el renacer, la serenidad, la vida al fin y al cabo. Y te quedas con esa dulce sensación de que, después de haberte visto al borde del abismo, la vida te da otra oportunidad. Pero no es verdad. No es otra oportunidad. Es otra vida. Aparecen otras emociones, otras sensaciones, otras personas, otros caminos, otros sueños. Y te sientes orgullosa de tus decisiones, y muy fuerte; nada ni nadie, ni tú misma, ha podido contigo.
Y vuelves a disfrutar. Vives como nunca. Dejas reposar los bellos momentos del pasado. Ocultas los que te hicieron sufrir. Como dijo el poeta: “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Tú decides lo que quieres recordar porque sabes que tu nuevo trayecto hacia la felicidad, pasa por los momentos felices que traigas a tu memoria. Tú decides lo que quieres recordar.
Y vuelves a ser poderosa y segura. Ya no te importa preguntar. Ya no te afectan las respuestas que descubres. Has crecido. Te tienes a ti. Desea, toca, saborea, disfruta, vive. Porque hace poco buscabas la Serenidad. Pero ahora, tú eres la Serenidad.

Entradas populares de este blog

Un tango

¡Si, al fin volvieron!

Un regalo