Por la capacitación del ciudadano común!

Desde el lunes estoy haciendo de enfermera. Lali, mi compañera de piso estuvo con anginas y no se podía levantar de la cama de lo mal que se sentía. De entrada me dijo que no quería tomar antibióticos y le dije, en plan Doctora Ciruela, que si llegaba a tener placas en la garganta, tendría que hacerlo y dejarse de romper, que luego no podría ir a trabajar si no se recuperaba. Al llegar el martes a casa la vi bastante desmejorada y al mirarle la garganta comprobé que lo que tenía no era solo un estado gripal común y silvestre. Bueno, entonces fui a una farmacia de turno que quedaba en el quinto pino a por una caja de amoxicilina. Para mi sorpresa y mi desagrado, no me quisieron vender nada de eso sin receta en nombre de la batalla contra la automedicación. Y yo pregunto: ¿por qué tantas vueltas si yo sé que es una angina normal, de las que tuve 700 en mi vida, y sé también que cuando vaya al médico, luego de esperar dos días a que me den turno, o de ir a unas urgencias donde tendré que esperar 3 horas, el doctor me hará una receta para que vaya a comprar lo mismo que ya pensaba comprar yo? Y esto tiene una base empírica sobre la que confío: ¡me sucedió 4 veces a lo largo de mi vida! Bueno, luego los doctores se quejan porque hay mucho paciente que va por chorradas y así caemos en la saturación del sistema de salud. Propongo: dotar de conocimientos básicos a las personas cuando van al colegio. Así como tienen ahora una materia que les enseñará a los chicos a conducirse en sociedad, pueden también aprender primeros auxilios y nociones sobre cómo hacer para sortear estos pequeños escollos sanitarios que se repiten una y otra vez en el inicio del invierno. Así podríamos colaborar con el sistema y aprovechar los pocos médicos de que disponemos para cosas más serias.
Conclusión: Lali hoy se fue a trabajar y se sentía mucho mejor salvo que aún le dolía la garganta. Gracias también a que mi prima Paula, una doctora de verdad, me dio una caja de antibióticos que tenía en su botiquín.
Conclusión: Lali hoy se fue a trabajar y se sentía mucho mejor salvo que aún le dolía la garganta. Gracias también a que mi prima Paula, una doctora de verdad, me dio una caja de antibióticos que tenía en su botiquín.
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