It was so easy that night...
Es que de repente me pregunté si no era yo ese que te empujó al agua fría del mar desnudo aquella noche de verano. Igual si, no lo se, pero tengo ganas de inventarme cuentos que me trasladen hacia un mundo imaginario donde, al menos por un momento, tu sonrisa selectiva continuara dándole sentido a estas tardes interminables.
Quizás también es el invierno, que me acecha, que me mira de reojo como esperando a que abra los ojos y vuelva a empezar envuelto en su oscuro despertar.
Pero mejor vuelvo a esa noche de verano en que creía que se acabaría todo. Porque igual era mejor eso que el después anodino que todo lo olvida y relaja. Prefiero estar tenso, pendiente de tus ojos que me miran, de mis palabras huecas… Esta tensión es la que prefiero. Quisiera estar en vilo, aguardando cada momento, anhelando cualquier cosa que salga de ti. Hasta tus mejillas coloradas y el cansancio de tus alas me daban aire para seguir creyendo que el después aún podría sorprenderme.
Igual no era yo. Igual tampoco eras tu. Igual te confundí con una sombra mientras atracaba en el puerto de mis sueños.
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