sin palabras

Y si, sigo delirando. Pero indignada por la desfachatez de esas palabras envenenadas. Porque se cree superior. Porque cree que subió a lo más alto y que de allí no bajará. ¿Cuánto? ¿Unas perras? ¿Chauchas y palitos? ¿Un vuelto? ¿Las sobras? ¿Un precio? ¿Era esto el anhelo de su vida? Parece que lo ha conseguido. Su necedad le hace creer que ha conseguido al fin su tesoro. La soledad es aquello que encontrará muy pronto. Eso sí, en un palacio prestado, hecho de hielo, al que inevitablemente llegará en verano.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un tango

¡Si, al fin volvieron!

Un regalo