Y un ajedrez incompleto...
Me dejaste una piedra blanca, una corbata negra colgada en la percha y un maullido de madrugada. Te llevaste mis lágrimas caprichosas, un lobo dibujado y una funda para cubrirte entero. Tanto te cubres que no alcanzo a adivinarte. Tanto aúllas que no te escucho. Tanto cielo que me pierdo. Tanto te imagino que a veces deliro. Curioso el corazón, que apuesta con la razón a ver quién gana la jugada. Terco el corazón, que sabe que pierde y la razón, divertida, lo deja que sueñe. Cielo mío, por darte un beso yo muero. Por abrazarte yo espero. Por amarte...
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