El tiempo ha pasado inmisericorde delante de mis ojos. Empezaremos pronto el que fuera el último mes... ¿por qué sigo esperando una llamada? ¿Por qué sigo imaginando tu nombre en la pantalla? El recuerdo sigue desvaneciéndose y la puerta hacia el adiós definitivo parece no abrirse nunca. Definitivo. Una palabra que no utilizo nunca porque no creo en ella. Nada es definitivo y todo puede serlo. Un instante separa la nada del todo. Abrir y cerrar los ojos esperando; abrir y cerrar los ojos deseando; abrir y cerrar los ojos intentando entender. Intentando volver una y otra vez sobre el camino para recuperar las piezas. Una y otra vez esperando, deseando, buscando, imaginando, intentando... ¿Hasta cuando? ¿Hasta donde? Qué largo se hace el camino...
chau nada
Poco a poco llega el frio. Nada cambió, aunque parece que todo es diferente. Los años pasan a lo loco, cada vez más rápido, cada vez más rápido se van sucediendo las mismas cosas, los mismos acontecimientos planeados hace ya tiempo… solo me alumbra la luz de un rayito y veo la taza medio llena que me invita a terminar este trago. Doy marcha atrás y me deja un verano, otro verano con agujeros negros, con nubes de olvido, con la memoria esquilmada y el recuerdo que, poco a poco, también me abandona. Pasan los años y no me doy cuenta de que nada pasa. Me pregunto una y otra vez qué hago, por qué pienso, por qué las palabras me desvelan… No tengo respuestas, me parece todo demasiado igual. Entonces saludo a nada, que pasa…
Comentarios